¡¿Otra Vez Brócoli?!
Lo normal es aburrido. Lo rutinario es aburrido. Me aburre escuchar la
misma música una y otra vez. Me aburre hacer lo mismo todos los días. Me aburre comer brócoli todos los días. Me
aburre repetir la misma estructura de frase una y otra vez para dar ejemplo. Me
aburre. Me aburre. Me aburre…
Aunque a veces nos aburra esta monotonía, siempre hay una sensación de
relajación y de serenidad en tener una rutina o tener algo en el que sabes que
te puedes apoyar, sea un libro que leas cuando vayas de vacaciones, o una
película que te anima cuando estás triste. Es cómodo rodearse de gente que
piensa y opina igual que tú, pero al final es aburrido.
Este problema (si se decide ver así) existe y existirá siempre; siempre
iremos a lo que tenemos en común, buscamos a los pares, gente comparable a
nosotros mismos, sea por su visión política, su religión o por su color de
piel. Aunque esto sea cierto y se haga, hay que entender por qué se hace e intentar
romper el molde. Hay que enseñar a las futuras generaciones que hay que buscar
alternativas diferentes, no sólo desarrollar una mirada crítica en cuanto a
temario, sino desarrollar una visión diversa en cuanto a personas, abrir la
mente. No hay nada malo con buscar lo común, pero es peor ignorar lo que sea
distinto.
El hecho de que exista una diversidad intercultural en un aula es tan importante
como el desarrollo de un pensamiento crítico. No sólo deberíamos formar a los
alumnos como alumnos sino también como personas que van a formar parte de una
sociedad más diversa que la tabla de contenidos y asignaturas que cursan.
No hay nada malo con comer brócoli todos los días, pero también están
buenos los macarrones…
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